Estamos viviendo una situación completamente diferente a cualquiera de nuestros escenarios previstos como docentes y nos ha tocado reinventarnos como nunca, con el principal objetivo de que “nuestros niños y niñas”, esos que vienen a nuestra mente cada día, puedan seguir aprendiendo.
Por un lado, estamos haciendo cosas que hace tiempo ni se nos pasaban por la cabeza, y eso es maravilloso. Tenemos multitud de herramientas a nuestro alcance y nos hemos dado cuenta que nos pueden ser muy útiles. Por ejemplo, nos ha tocado cambiar los estupendos murales que pegábamos en las paredes por murales digitales colaborativos.
Pero no debemos olvidarnos de las familias, las cuales tuvieron que adaptarse sin previo aviso también. Más que nunca, es clave acompañarles con la mayor empatía posible, transmitiéndoles tranquilidad y ánimos. Personalmente, me han tendido su mano para hacer de puente con sus hijos. Se han convertido en el cable conductor de conocimientos y emociones.
Por todo ello, estamos en una época de valorar y añorar detalles que parecían insignificantes, como los abrazos de los niños, sus anécdotas, el lujo en la comunicación directa,… Sin embargo, gracias a esta situación excepcional nos hemos dado cuenta que la labor educativa se desarrolla mejor en la cercanía que en la lejanía de nuestro alumnado, pero la clave es actuar siempre con el corazón.
Sara Falagán Carbajo
Profesora de Primaria del Colegio Champagnat de León