Hoy, 18 de abril, celebramos los 25 años desde que Marcelino Champagnat, santo conquistado por el amor de Jesús y María, fue elevado a los altares y honrado por su ejemplo de entrega y bondad, como testimonio para toda la Iglesia. Renovamos nuestro compromiso de seguir sus pasos, llevando su mensaje de esperanza y solidaridad a cada rincón del mundo. Y recordamos con gratitud a nuestro fundador, cuya vida sigue inspirándonos por su voluntad de servicio y su amor por la juventud.
El encuentro entre Marcelino Champagnat y el joven Montagne fue el inicio de un viaje compartido donde se unieron la educación y la fe. El resultado se ve reflejado hoy en un modelo educativo que sigue inspirando a familias y educadores Para Marcelino Champagnat, el encuentro con el joven Montagne fue más que una casualidad; fue el llamado a compartir su visión de transformación a través de la educación y el amor; un encuentro divino que ha dejado un legado en la historia de la educación. Este sigue inspirando a familias y educadores a enseñar con amor.
La mesa de La Valla es un símbolo de la fraternidad y la solidaridad que Marcelino Champagnat promovió entre los hermanos maristas, donde cada encuentro era un recordatorio del compromiso mutuo de servir a los demás. Era el corazón de la comunidad marista, donde Marcelino Champagnat y sus hermanos encontraban la renovación espiritual y el compañerismo necesarios para servir sin reservas. Cada encuentro en la mesa de La Valla era una oportunidad para que Marcelino Champagnat y sus hermanos fortalecieran su compromiso de trabajar juntos en la misión educativa de los jóvenes. Este símbolo sigue inspirándonos a continuar su obra.
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